jueves, 26 de abril de 2012

Sánchez y Hine

Hace unas semanas, fui a visitar dos exposiciones de fotografía que me llamaron bastante la atención.
Una de ellas es la de Gervasio Sánchez, gran representante del fotoperiodismo de la segunda mitad del siglo XX.
En su obra, expuesta en la antigua Tabacalera (Embajadores 53, Madrid), se refleja la crudeza de un mundo en guerra, el dolor en su estado puro, tal como lo reflejan sus fantásticos retratos.
Es una exposición con más de 150 piezas, si bien no se hace pesada, al terminar de verla, no me pude quitar cierta sensación de náuseas y presión después de haber visto en imágenes tanto dolor y sufrimiento.
Esa sensación es la que te deja claro que has visto algo difícil de olvidar, que el trabajo de ese fotógrafo quedará para siempre en tus retinas, porque entre tanto arte banal al que estamos acostumbrados hoy en día, también sigue existiendo el arte de verdad, el arte "doloroso", el arte nacido del sufrimiento, pues aunque sufran otros en sus fotografías, Sánchez regresó de sus viajes por los Balcanes, Centro América y África (sobre todo de éste último)con diversas secuelas que solo podían haber sido causadas por las guerras más despiadadas.


Niñas en Sarajevo, de Gervasio Sánchez

La exposición aún no tiene fecha de clausura, es gratuita y puede visitarse de martes a viernes de 12.00 a 20.00 y sábados, domingos y festivos de 11.00 a 20.00; para más información, pincha aquí.




La otra exposición que vi esa misma tarde, que me gustó algo menos, después de la intensidad de Sánchez, fue la expuesta también de forma gratuita en la Fundación Mapfre (Recoletos, Madrid), sobre el destacado fotógrafo de finales del siglo XIX y primera mitad del XX, Lewis Hine.
Comenzó su carrera profesional muy alejado del mundo de la fotografía, pero terminó siendo uno de los fotógrafos más conocidos del momento.
Retrató la construcción del Empire State Building (sí, suya es la famosa fotografía de los obreros almorzando en una viga del imponente edificio, aún en construcción), así como la industria de la época, familias burguesas y pobres y niños huérfanos, creando así un gran contraste entre obras.


Sin duda alguna, este contraste entre clases de la época fue lo que más me gustó de su obra. Ver a una familia pasando hambre en la mesa y, en la siguiente foto, a una mujer con perlas y oro al cuello de camino a la ópera. Realidad sin frivolidades.
Los retratos de niños en un orfanato destacan por su simplicidad y capacidad emotiva.
Hine fue pionero en su época, se atrevió a decir con imágenes lo que otros no podían decir con palabras.
Como otros tantos artistas, arriesgó y ganó.


Niños fumando, Lewis Hine

La exposición termina este domingo 29 de abril, así que os recomiendo visitarla este fin de semana.
Aquí os dejo otro link, por si os interesa.

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